En el marco de la atención integral, se considera que el juego es un derecho que debe ser garantizado en todos los entornos donde el niño o niña vive su desarrollo y aprendizaje, desde el hogar, hasta entornos como el educativo, de salud, los espacios públicos, comunitarios y digitales etc. Esto implica, promover y garantizar el disfrute del juego en todos los entornos donde niñas y niños viven su desarrollo y aprendizaje bajo la premisa de que «la niña y el niño viven en el juego y para el juego» y que estos entornos deben adaptarse a esta condición vital.
El juego es importante para el desarrollo de niños y niñas pues a través este se generan escenarios y situaciones que promueven la comunicación, la cooperación, la construcción de normas y límites, el desarrollo de la identidad y la autonomía, la representación de la realidad, el conocimiento de los objetos y las relaciones de causalidad.
Por esta razón es importante movilizar experiencias que permitan el disfrute del juego y de esta manera potenciar el desarrollo y aprendizaje de las niñas y los niños. Movilizar experiencias implica organizar, disponer y resignificar ambientes para que tengan potencial lúdico, es decir pensar en escenarios de juegos, objetos, enseres, utensilios y otros elementos que pueden ser transformados, manipulados, recreados y disfrutados desde las propuestas de las niñas y los niños.